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La aventura

En diciembre de 2019 presentíamos que 2020 sería un año peculiar (estamos siendo amables). La experiencia que nos dio pie para tal fue que habíamos sido seleccionadas para participar dentro del PROGRAMA DE MÚSICOS TRADICIONALES MEXICANOS del FONCA… éramos becarias del FONCA ¡Qué sorpresa! ¡Qué alegría! Y cuánto trabajo, pensamos en ese momento. No teníamos ni la más remota idea de las aventuras que nos deparaba el 2020…

 

Nuestro proyecto se titula ‘FLAUTEROS Y DANZONES’, resumiendo algo así como “Boleros y danzones interpretados por individuos que tocan flautas”, es decir, “flauteros”.

 

En un principio este proyecto consistía en realizar doce conciertos comentados con interacción del público por medio de preguntas y comentarios; el repertorio estaría formado por diez canciones, cinco danzones y una pieza de concierto, todo de autores mexicanos, para tal, esta música debía ser transcrita de su dotación original a cuarteto de flautas transversales; también debíamos hacer un disco compacto conmemorando así los diez años de trayectoria del Grupo.

 

Y llegó el COVID-19. A partir de las medidas sanitarias que señalaban la imposibilidad de realizar eventos públicos, actividades en grupo y reuniones en lugares encerrados, vimos cancelados los conciertos, los ensayos, las juntas informativas y las sesiones de grabación. Tal vez lo que más nos preocupaba era eso de que no poder ensayar. 

 

Me parece hoy que la propuesta “mes por mes”, es decir, que las actividades se normalizarían al siguiente mes y así por cinco meses, aunado a nuestra falta de malicia por no visualizar el tamaño del problema y no traducirlo a consecuencias lógicas y prudentes, nos llevó a postergar acciones que pudimos haber aplicado desde un principio. No es reproche por las medidas, en realidad, considero que fue lo correcto pues la salud, en particular y en comunidad, debe ir primero en cualquier jerarquía. Reprocho la falta de proyección al futuro inmediato.

 

Como consecuencia, el proyecto se transformó a la elaboración de videos, uno por cada una de las piezas del proyecto, estos videos se realizarían a distancia para cumplir con los requerimientos de salubridad y debían ser emitidos a través de programas virtuales temáticos.

 

No negaremos que la cancelación de los conciertos nos causó tristeza y tremendo golpe, además, se nos venía encima una cantidad enorme de cosas que hacíamos muy de vez en cuando, para una pieza y no dentro de lo cotidiano.

 

Cabe mencionar que este repertorio no es común para quienes nos dedicamos a la ejecución de música clásica. El buen funcionamiento del proyecto se sustentaba en los ensayos y en la experiencia de los conciertos, esperábamos discutir las formas de interpretación del estilo, analizar el desempeño del ensamble y corregir los arreglos a través de la práctica y de las presentaciones. Al no existir esto, la incertidumbre invadió el ánimo de todas, todo parecía indicar que todo quedaría muy por debajo del nivel esperado.

                                                                                                              

Sin embargo, es posible que todo esto sea lo mejor que nos haya ocurrido. 

Así pues, comenzamos nuestro proyecto. Hicimos las transcripciones y arreglos. Para ensayar la música en parámetros constantes de velocidad y afinación hicimos toda clase de pistas que sirvieron para practicar y conocer cada una de las canciones en el arreglo en el que se tocarían. Lo que aplicaba era escuchar tantas grabaciones de bandas y grupos tuviéramos disponibles. Las juntas han sido por video conferencia, los avisos por Whatsapp, para la transferencia de archivos hemos utilizado toda clase de medios. En realidad, como ha hecho todo mundo para trabajar durante este año.

Los valores cambiaron porque se sacrificaron aquellos que prometía la interpretación en vivo. Caro, pero no hay remedio. De tal forma que la calidad neta del producto ha pasado a segundo término, tomando en cuenta la falta de ensayos, la práctica individual con pistas de sonido electrónico y nuestras recién adquiridas habilidades.

Es muy claro respecto a la grabación del CD. En la propuesta inicial grabaríamos la música, contrataríamos el servicio de un estudio y su ingeniero o técnico en sonido quien, probablemente, no sería músico; hay que agregar el hecho de que estaríamos restringidas por el tiempo de disposición del estudio. Veríamos entonces quién nos ayudara en la edición, seguro alguien dentro de esa misma firma. Satisfechas o no, entregaríamos esa grabación a quien fuera a maquilar los discos compactos, y ahí terminaría nuestra participación en la producción de nuestro disco compacto, siempre de manera indirecta. Hoy, hemos aprendido a hacer mezclas de sonido, a utilizar aplicaciones y hemos adquirido un equipo modesto que nos servirá para otros proyectos en el futuro.

El proceso nos ha exigido ser mejores músicos en cuanto a la lectura de partituras, a pensar y planear la ejecución a partir de un análisis. Tendríamos que hacer esto como hábito, de hecho, pero sucede que todo estaba fincado en la experiencia de los ensayos y los conciertos.

En este momento, lo importante de esta aventura ya no es la calidad musical a nivel de un ensamble – que era el valor inicial –, lo valioso es y será lo que podamos hacer a partir de este punto con todo lo que aprendimos en el proceso. Puede haber quien califique nuestro producto final como pobre, sí, puede ser, pero eso ya quedó por debajo en la jerarquía de beneficios actuales. Nosotras hicimos las mezclas, el diseño de las redes sociales y de los carteles de difusión. Es éste nuestro primer producto fabricado completamente por nosotras mismas. En realidad, estaría muy preocupada si el resultado fuera excelente porque el camino siguiente quedaría angosto ante lo que hay por entender y aprender.

Deseamos profundamente que lo que presentamos sea de su agrado.

Cartel_Semana_Conciertos_YORU_2.jpg
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